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RC5.35 LA NUEVA CIUDAD

Publicado el 18/04/2021.


Mis padres tenían cierta cantidad de dinero, y además ambos gozaban de trabajos muy especializados que les permitieron que nos mudáramos a esa ciudad de aquel país. Pasamos de ser clase media alta a ricos, muy ricos. Nos dieron un ático en un edificio de 40 plantas, tendría unos 200 metros cuadrados y desde allí se veía toda la ciudad. El piso tenía todas las comodidades que se podían imaginar, una amplia cocina, maravillosas vistas y hasta una piscina, si si, una piscina en el ático. De repente nos sentíamos en lo más alto… literalmente.

 

Las vistas desde allí eran increíbles, aunque se veía sucio, todo muy sucio, se veía mucho humo y muchas chimeneas en muchas fábricas y casas echando mucho humo. También se veían inmensas zonas de chabolas por todos sitios donde la gente sobrevivía como podía.

 

Aquella tarde mi padre dijo que fuéramos a comer a un sitio de lujo que le habían recomendado y después al cine a ver La guerra de las Galaxias.

 

Bajamos al sótano y allí nos estaba esperando un coche, o mejor dicho parecía casi una furgoneta con un chofer que nos abrió las puertas. Entramos dentro y el coche arrancó, se dirigió a la salida donde unas personas de seguridad abrieron las puertas, unas puertas gruesas de acero, casi como las de un búnker, me pareció extraño. 

 

Al salir empezamos a circular por esa ciudad, que desde el principio estaba sucia, muy sucia, llena de papeles y pintadas, zonas abandonadas y mucha gente en la calle, muchos en el suelo tirados.

 

Se escucharon tiros de fondo, y algunos gritos, pero parecía que a nadie les sobresaltó, llegamos al restaurante y de nuevo, mucha seguridad privada y puertas que nos metían en un parking jardín donde nos esperaban para recibirnos y llevarnos a la zona de comer del restaurante. Platos exquisitos, un trato como si fuésemos grandes directores de bancos y el precio más que razonable para lo que estábamos recibiendo. Otra vez al coche y al cine.

 

Al llegar al centro comercial, todo parecía como un centro comercial de mi tierra, con sus parkings y sus tiendas pero había cosas que eran diferentes, había muchísimas personas de seguridad por todos lados. Contínuamente mientras estábamos por el mismo se veía a los de seguridad usando la violencia contra muchísima gente, deteniendo, tirando al suelo, agrediendo… además para poder entrar tenías que pasar un test de aptitud que básicamente era ver el color de tu piel y tu ropa y con eso te dejaban entrar o no, parece que a los muy pobres no les dejaban. Y aún así continuamente estaban los de seguridad usando la ultra violencia, y cuando digo ultraviolencia me refiero a eso, reducían a las personas delante de todo el mundo con tal violencia que había señoras de la limpieza pasando el mocho contínuamente para limpiar la sangre que los de seguridad iban dejando. Pero parecía que a nadie le incomodaba, sólo a mí, supongo que por ser nuevo, incluso algunos respiraban aliviados al ver estas actitudes.

 

Fuimos al cine, y empezamos a ver la película, en el intermedio alguien se comportó de forma incívica o eso me dijeron, y otra vez la seguridad vino y lo molieron a palos delante de todo el mundo, un muela saltó delante de mí que me quedé en shock, alguien dijo que pararan que le estaban haciendo mucho daño y la seguridad fue a por esa persona y también, y recibió el mismo trato…

 

Nadie más hizo nada, solo callamos y esperamos que todo pasara.

 

Cuando acabó la película y fuimos al coche le dije a mi padre con cierta triste ironía con mis ya 17 años cumplidos…

 

  • Si asi es ir al cine, no me imagino como es ir a una manifestación…

 

Y mi padre me dijo…

 

  • Mejor no pienses esas cosas, debes de cambiar tu forma de ver el mundo y acostumbrarte a esta ciudad, en este país está prohibido manifestarse.

 

En ese momento me di cuenta de que iba a ser preso en mi jaula de cristal hasta que me fuera de allí, y así hice en cuanto pude y tuve la edad, me despedí de mis padres, de ese bonito apartamento y de algunos amigos que había hecho en la universidad, y volví a mi país y a mi antigua casa. Echaba de menos los bares, y la comida, el clima y las gentes que recordaba.

 

Cuando fuí al bar de la esquina donde siempre iba a desayunar al día siguiente de mi llegada… Pedí mi desayuno de siempre, y delante de mí en el bar, la policía golpeó a un señor mayor que les había dicho que no aparcaran en el paso de cebra… lo dejaron mal herido allí en la calle, el hombre parecía muerto y un hilillo de sangre empezaba a cubrir la calzada, vino una ambulancia y se lo llevó, nadie pareció escandalizarse ni dijeron nada y me trajeron mi desayuno…

 

Cuando la diferencia de fuerzas es demasiado desproporcionada entre el poder y el pueblo, cualquier distopía es posible porque el poder simplemente necesita un poco de imaginación para inventar nuevas cosas cada vez más bizarras y restrictivas, porque saben que ya nadie puede hacer nada para evitarlo, por eso siempre debería limitarse la diferencia de poder entre estado y pueblo, para que uno tema al otro pero vamos en la otra dirección, es solo la falta de imaginación los que nos acerca a la distopías poco a poco.

18/04/2021
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