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RC6.12 COMIDA DE DIOSES

Publicado el 29/06/2021.


Escribí hace unos meses un artículo titulado El precio de ser dioses. Hoy mientras estaba comiendo algo, me acordé de mi otro artículo sobre cómo era la vida hace tan solo 50 años en mi familia en un pueblo de burgos y de la que también escribí un artículo SUPERVIVENCIA EPISODIO 1 : ESPAÑA 1950-1960 BURGOS - COMIDA. Mientras picaba cosas por la cocina porque no me apetecía cocinar me iba dando cuenta una vez más de lo afortunado que soy por ser un primer mundista y la cantidad de cosas que podemos llegar a tener sin darnos cuenta, en este caso comida.

 

Lo primero que hice al entrar en la cocina fue cortar un trozo de un fouet que tenemos por casa que estaba de oferta en el Consum esta semana bien envuelto en una funda de plástico. Para acompañarlo un poco de pan de pipa, que también compramos en el Consum, son unos snacks de pan que se hacen con sal y pipas todo bien envasado en plástico y cartón.

 

Solo mirar eso me acordé de la vida de mis padres, de cómo sólo comían carne cuando podían hacer la matanza de un cerdo que engordaban durante uno o dos años. Todo el proceso de la matanza que relato en mi artículo, todo el trabajo que tenía, como limpiaban las tripas, y preparaban la carne con el matarife. Por otro lado para tener pan, como tenían que dar parte de la producción de las patatas que cultivaban y cómo conseguían mediante la tarja pan durante todo el año en cantidades reducidas, nada de la cantidad y abundancia como lo que tengo hoy mismo en casa, cuando tengo pan de molde, pan de pipa y unos panes redondos con tomate y orégano, imaginé esos campos de trigo, y de girasoles junto con las lagunas de sal de la costa alicantina sacando la misma del mar.

 

Seguía picando y junto con los panecillos de pan tomate y orégano iba untando un poco de unos rulos de queso fresco con salmón que venden en el ALDI y que tienen una vida limitada y deben consumirse en pocos días. Todos los días unos camiones llenos de víveres llegan a estos supermercados y entre lo que traen traen estos rulos de algún sitio donde manteniendo la cadena de frío deben fabricarlo y transportarlo por toda europa hasta cada una de las tiendas donde se distribuyen estos quesos tiernos. En esas fábricas todos los días utilizan salmón probablemente de piscifactoría de alguna parte del mundo junto con el queso para hacer estos rulos, que cortadas en porciones de 200 gramos se meten dentro de un envase transparente de plástico se le pega una etiqueta de papel adhesiva y ale para el trailer para su distribución por toda Europa.

 

Luego abro la nevera, que ya en sí misma es fascinante, una máquina individual propiedad mía que produce frío en casa para mantener los alimentos. Algo que aunque lleva entre nosotros unas décadas ya, no tenían en casa de mi familia en el pueblo hasta bien pasado el siglo XX. Saco una botella de plástico llena de zumo de melocotón. Zumo exprimido y triturado con unos melocotones y otras frutas obtenidas en varias partes del mundo, probablemente España, Marruecos, o algún país de América del sur y transportado hasta donde se fabrica y envasa. Un vaso de este jugo y prosigo con mi picnic multinacional y multi material de usar y tirar. Para acabar esta improvisado tentempié abro una cuña de queso curado del ALDI que creo tiene nueces dentro o algún tipo de fruto seco, también este cuño de unos 200 gramos que una vez fue parte de un queso que fue dividido en 10 partes y bien envasadas con plástico, cojo un trozo y lo combino de nuevo con alguno de los panes que tenía por casa. 

 

Para acabar unas pocas almendras tostadas con su piel y bien envasadas al vacío, de origen lejano. Me gustan los frutos secos y siempre suelo tener alguno a mano. Una de las cosas que todavía sigue haciendo mi madre y que hacía mi abuela hasta que falleció era coger almendras sin abrir que sacaban de cualquier sitio en la época de hambre en los años 50 y que durante horas y días iban partiendo con dos piedras y dejando en una cesta, donde cuando tenían muchas hervían en agua hasta que la piel se reblandece, para posteriormente pelarlas a mano y de nuevo freírlas y tostarlas con sal, proceso que podría llevar semanas para tener al final una botella de cristal llena que provenía de algún envase de cristal que previamente llevó alubias y que iban almacenando antiguamente como algo valioso y que ahora usamos y tiramos después de consumir esas judías envasadas en cristal.

 

Otra cosa de dioses es que voy al fregadero abro la llave y empieza a brotar agua cristalina y limpia apta y lista para mi consumo, no tengo que hacer varios kilómetros para conseguirla, ni está contaminada ni sucia, es una fantasía esto que tenemos.

 

Con una servilleta de papel de usar y tirar limpio todo el mantel de plástico (al menos este si que dura años, el típico “ule”) que tengo en la cocina, lo tiro a su bolsa de basura junto con la servilleta y los envases que he ido usando en todo este proceso y ya hasta la noche que vuelva a tener hambre, sentimiento que apenas recuerdo realmente, tener hambre pero que sí tiene siempre presente uno de mis tíos que recuerda la posguerra de 1940 en España o mis abuelos que siempre me decían que la comida no se tira.

 

Un supermercado es una maravilla tecnológica y logística actualmente con productos inimaginables hace 3-4 décadas, y eso que hace ya tiempo que las tiendas de ultramarinos empezaban a traer exóticos productos de más allá de los mares. Con productos de todos los confines del planeta, puedes comprar cosas fabricadas en China, Japón, Noruega, India, EEUU, Argentina, Chile, pescadas en casi todos los océanos del planeta y cultivadas en latifundios nitrogenados con fertilizantes fabricados por petroquímicas en Alemania, todo con su copyright e incluso algún alimento genéticamente modificado, super high tech. Todavía no he visto chips en la comida, pero seguro que si lo pienso los hay, bueno tienen chips productos caros, en efecto, algunos quesos o bebidas tienen un chip rfid inalámbrico, que alimentado por el campo magńetico de unos aros al salir del supermercado envían unos números que pueden hacer saltar la alarma, sabía que si lo pensaba aparecían los chips jiji.

 

Para muchos realmente las cosas que he dicho que he comido les parecerán comida basura o poco saludable y para nada es cosas de dioses, pero ese no es el punto del artículo, elige que comes tu y piensa en todo lo que he relatado, donde se produce, como se envasa y como llega a tu casa, sé que muchos de mis lectores si que  tienen cooperativas y grupos de compra de productos con los menos envases posible, y está muy bien además de potenciar el comercio de cercanía, todo eso son cosas que van en la  buena direcci`´on, recordad que yo recomiendo empezar a cultivar alguna cosa si no lo haces ya, y que tus excedentes los uses para hacer trueque con otras personas que tenga también su propia producción e ir tejiendo redes de supervivencia para el futuro que nunca viene mal.

 

Todo eso como decía en El precio de ser dioses, tiene un precio, un precio medioambiental, energético y de recursos que afecta a toda la humanidad incluso a los que no pueden permitírselo y por supuesto al resto de la vida con la que tarde o temprano tendremos que rendir cuentas y negociar de tú a tú el futuro del planeta.

 

¿Has pensado alguna vez cómo y de donde viene cada cosa que comes? Un saludo Felix.

29/06/2021
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